sexta-feira, 14 de outubro de 2011

HIJOS... ¡Bendiciones del Señor!

He aquí, herencia del Señor son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. (Salmos 127:3)

Bendiciones hay muchas, la luz es una bendición, el agua es otra, la amistad es una más, la comida, el aire, la vida, el encanto, los colores y los sabores, las flores y los niños. Nuestros niños son bendiciones del Señor. A veces por lo que ellos hacen no los vemos como bendiciones pero lo son. David tiene dos hijos pequeños de cinco y siete años.

Un día, enseñaba a su hijo de siete a empujar la podadora de gasolina alrededor del patio. Cuando lo enseñaba como girar la podadora al final del prado, su esposa Jan lo llamó para hacerle una pregunta. Mientras David se volvió para responderla, el hijo empujó la podadora justamente a través del macizo de flores, al borde del prado y dejó marcado un sendero de más de medio metro de ancho.

Cuando David se volvió y vio lo que había sucedido, empezó a perder el control, pues había dedicado mucho tiempo y esfuerzo para lograr que esos macizos de flores fueran la envidia del vecindario. Cuando empezó a levantar la voz a su hijo, su esposa se acercó de inmediato, colocó la mano en su hombro y le dijo: “David, recuerda por favor, criamos niños, no flores”. La esposa le hizo recordar a David cuán importante es recordar nuestras prioridades.

Los niños y su autoestima son más importantes que cualquier objeto que pudieran romper o destruir. El cristal de la ventana que rompió una pelota de béisbol, la lámpara que derribó un niño descuidado o el plato que cayó en la cocina ya están rotos. Las flores ya murieron. Hoy debo recordar no aumentar la destrucción quebrantando el espíritu del niño y reprimiendo su energía y vigor. Por que los niños son bendiciones del Señor.
Cuando sonríe un niño es como si el cielo sonriera. Cuando llora un niño es como el cielo llorara. Este es un buen día para volver a disfrutar de las bendiciones del Señor y esas bendiciones no tengo que buscarlas lejos de mi hogar, esas bendiciones corren, gritan, rompen vidrios y quiebran platos, son bendiciones con la cara sucia y el pelo desgreñado. Son bendiciones del Señor y hoy quiero gozarme en esas bendiciones increíbles y llenas de vigor.

Nunca nadie pudo quitar ese pensamiento de mi mente. Ya escuché micha gente decir: "Dios me libre de tener hijos" ... y siempre les contesté: "Imagina si tus padres hubieran pensado así como tú."

¡¡¡Glória a Dios por la hija que DIOS ME HA DADO!!!

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