quinta-feira, 9 de fevereiro de 2012

Cambie Su Forma De Pensar

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
(Romanos 12;2)

Nuestra mente tiene la capacidad tanto para el bien, para aprender, crear, pensar y crecer; como también es una tragedia cuando no la sabemos usar de la manera correcta.

Tal vez en su vida usted ha permitido demasiados pensamientos dañinos entrar en su mente. Pensamientos negativos, atormentadores, sentimientos de culpa, vergonzosos y acusadores. Tal vez usted no sepa que tiene el poder de controlar esos pensamientos, y elegir qué pensamientos han de dominar su mente.

Muchos no se dan cuenta que han ocupado su mente con pensamientos equivocadas, y no saben que tienen el poder de detenerlos. Quizás nadie le ha dicho que usted puede controlar sus pensamientos. ¿Alguien le ha dicho? Si no, entonces yo estoy aquí hoy para decirles que usted no necesita dejar que sus pensamientos le controle.

¡Usted puede elegir concentrarse en los pensamientos de Dios!

Romanos 12:2 quiere decir: "deja que Dios le transforme, cambiando su manera de pensar."

Dios le quiere ayudar a ganar la batalla en su mente.

La próxima vez que esté luchando en su mente, quiero que se detenga y encuentre algo específico que se pueda agradecer a Dios. Diga lo agradecido que está por su bondad y por todas las bendiciones que le ha dado. Cuando usted sea diligente para hacer esto, usted verá que su vida comenzará a cambiar y las cosas se pondrán mejor y mejor.

Es mi esperanza y oración que usted sepa el poder que Dios le ha dado y que todos los días controle sus pensamientos.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. (Filipenses 4;8,9)

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